sábado, 21 de julio de 2007

No con mi hija

Hemos hecho una revolución sexual, las leyes igualan en derechos hombres y mujeres, hablamos de erotismo a todas horas - eso si, del dicho al hecho hay bastante trecho -, admitimos las relaciones prematrimoniales, pero ..... " no con mi hija".
Cuando a un padre o a una madre se le expone la posibilidad, por remota que sea, de que su hija - insisto en decir hija, porqué en el caso de los varones el tratamiento muy diferente - pueda incluso pensar en tener relaciones eróticas, entra en un estado de ansidad peligroso para su salud.
Si los progenitores son de ideología conservadora acostumbran a liberar sus nervios y niegan, a veces a gritos, que su hija sea capaz de hacer tales cosas. Sin son o se consideran progres optan por reprimir ese sufrimiento - lo que no es nada bueno - y exponen todo tipo de argumentos más o menos paliativos. "Bueno, cuando esté preparada no me opondré" (como si pudieras hacer algo para oponerte), "le hemos dado toda la información y no creemos que vaya a cometir ninguna locura" etc.
Detrás de esta actitud se esconde ese tan ibérico fantasma de la "deshonra". No se trata del normal sufrimiento que todo padre siente cuando su hijo empieza a hacerse mayor. Si fuera así adoptarían la misma actitud cuando se tratara de chicos y no la contraria. Porqué cuando una madre o un padre encuentra un condón en los tejanos de su hijo varón se hincha de orgullo, pero cuando lo encuentra en los de su hija se llena de preocupación.
Si fuera el temor a los peligros de la noche el que impulsara a los padres a tener esa actitud preventiva, la postura más inteligente sería decirle a la chica en cuestión: "Traete tus ligues a casa que así, si necesitas ayuda, nosotros podremos ayudarte". Pero no, vale más mantener la honra de la familia que el bienestar de los hijos.
Porqué los hijos (varones o mujeres) van a mantener intercambios eróticos les guste o no a sus padres. Y los van a tener de forma furtiva, en un coche o en un descampado, deprisa y corriendo, sin poder planificarlos, de cualquier manera.Así va a ser muy difícil mejorar la calidad de las relaciones eróticas. Si los adolescentes y sobretodo las adolescentes tienen que esconderse del pudor de sus padres con el único propósito de mantener las apariencias.
Cuando se trata este tema siempre aparece el comentario siguiente: "Bueno, esto era antes. Ahora tienen mucha más libertad" o en su defecto: "La cosa está cambiando mucho". Pero a uno le viene a la cabeza la siguiente pregunta: "¿Qué libertad tiene una persona que debe permanecer en casa de sus padres hasta los treinta o treintaicinco años por falta de acceso a la vivienda?" y "¿ a que ritmo están cambiando las cosas cuando la mayoría de los padres se niegan a pensar que sus hijas practican intercambios eróticos de todo tipo?".
Esta actitud es un residuo de la concepción reproductiva y sexista del Erotismo. Una concepción ya superada por la Historia pero que aun continua imponiéndose. Y su predominancia es más fuerte en aquellos países, como España, donde las mujeres continúan sujetas al modelo patriarcal por falta de instituciones sociales capaces de garantizar su independencia económica.Las costumbres no cambian porque sí. Es necesario acompañar las ideas de hechos. Como decía Betty Freeman: "Si no hay guarderías, lo demás es palabrería".