Vivimos una época exaltadora de la seducción. Todo el mundo aprende o quiere aprender a hacerlo. Bueno, todo el mundo masculino porque el femenino continúa anclado en la estrategia de resistencia pasiva. Por que, no nos engañemos, seducir no es ponerse unos tacones, un vestido ceñido y perfume de Chanel. Eso es proponerse como blanco de seducción.
Cualquiera de vosotros puede oír, en más de una ocasión, el siguiente comentario: “Los hombres de hoy no saben seducir” y también este otro: “A mí, si no me seducen…”. Y en la mayoría de las ocasiones es una voz femenina quién pronuncia estas palabras.
Me temo que detrás de frases como estas se encuentra otro deseo. El deseo de cumplir el rol de trofeo de conquista establecido en nuestra sociedad para las mujeres. Una de las acepciones de seducir es engañar con arte y maña. No creo que las personas partidarias de “dejarse seducir” quieran conscientemente ser engañadas. Pero si creo que desean dejar al otro toda la responsabilidad.
La falsa creencia según la cual la persona pasiva escoge de entre todas las ofertas recibidas es falsa. Es falsa, y basta un pequeño ejemplo para darse cuenta de ello. Imaginemos que vamos caminando por el Puerto Olímpico de Barcelona (Un lugar lleno de restaurantes y bares, lo explico para las personas foráneas). Durante el paseo vamos viendo los distintos locales. Algunos son caros, otros baratos, con platos apetitosos, con comida basura. Lo normal es elegir uno según el precio, el estilo de comida, la ambientación etc. Y a continuación entrar en él para cenar.
Ahora imaginemos que nos han educado a esperar la oferta del propietario, por que uno vale lo que vale y no va por ahí entrando en cualquier restaurante ¿Cuántos restaurantes buenísimos con platos deliciosos nos perderemos? Muchos, sin duda.
Pues bien, en el campo del ligue o de la seducción se la una circunstancia parecida. Las personas pasivas (La mayoría son mujeres pero existen cada vez más hombres pasivos) se pierden a una parte importante de posibles parejas. Porque nunca conocerán a personas tímidas o despistadas. Y nada indica que una persona tímida o despistada es peor amante que una impetuosa o agresiva.
Desde aquí aliento a todo el mundo a tomar la iniciativa. El no ya lo tienes y la frustración producida por el rechazo termina por superarse. No pasa nada. Además se debe respetar la libertad de los demás y aceptar el rechazo. Si est@ te ha dicho no, el o la próxim@ te dirán si. O no, pero al menos tendrás la conciencia tranquila por haberlo intentado.