domingo, 17 de enero de 2010

El deseo de ser seducid@

Vivimos una época exaltadora de la seducción. Todo el mundo aprende o quiere aprender a hacerlo. Bueno, todo el mundo masculino porque el femenino continúa anclado en la estrategia de resistencia pasiva. Por que, no nos engañemos, seducir no es ponerse unos tacones, un vestido ceñido y perfume de Chanel. Eso es proponerse como blanco de seducción.
Cualquiera de vosotros puede oír, en más de una ocasión, el siguiente comentario: “Los hombres de hoy no saben seducir” y también este otro: “A mí, si no me seducen…”. Y en la mayoría de las ocasiones es una voz femenina quién pronuncia estas palabras.
Me temo que detrás de frases como estas se encuentra otro deseo. El deseo de cumplir el rol de trofeo de conquista establecido en nuestra sociedad para las mujeres. Una de las acepciones de seducir es engañar con arte y maña.  No creo que las personas partidarias de “dejarse seducir” quieran conscientemente ser engañadas. Pero si creo que desean dejar al otro toda la responsabilidad.
La falsa creencia según la cual la persona pasiva escoge de entre todas las ofertas recibidas es falsa.  Es falsa, y basta un pequeño ejemplo para darse cuenta de ello. Imaginemos que vamos caminando por el Puerto Olímpico de Barcelona (Un lugar lleno de restaurantes y bares, lo explico para las personas foráneas). Durante el paseo vamos viendo los distintos locales. Algunos son caros, otros baratos, con platos apetitosos, con comida basura. Lo normal es elegir uno según el precio, el estilo de comida, la ambientación etc. Y a continuación entrar en él para cenar.
Ahora imaginemos que nos han educado a esperar la oferta del propietario, por que uno vale lo que vale y no va por ahí entrando en cualquier restaurante ¿Cuántos restaurantes buenísimos con platos deliciosos nos perderemos? Muchos, sin duda.
Pues bien, en el campo del ligue o de la seducción se la una circunstancia parecida. Las personas pasivas (La mayoría son mujeres pero existen cada vez más hombres pasivos) se pierden a una parte importante de posibles parejas. Porque nunca conocerán a personas tímidas o despistadas. Y nada indica que una persona tímida o despistada es peor amante que una impetuosa o agresiva.
Desde aquí aliento a todo el mundo a tomar la iniciativa. El no ya lo tienes y la frustración producida por el rechazo termina por superarse. No pasa nada. Además se debe respetar la libertad de los demás y aceptar el rechazo. Si est@ te ha dicho no, el o la próxim@ te dirán si. O no, pero al menos tendrás la conciencia tranquila por haberlo intentado.

viernes, 15 de enero de 2010

Mrs Robinson

Hace aproximadamente una semana saltó a los medios de comunicación un escándalo político con Irlanda del Norte como escenario. Al parecer, la mujer del primer ministro norirlandés consiguió para un amigo permisos municipales y un crédito utilizando su influencia.


Ese debería haber sido el eje central de tal escándalo, pero no lo fue. Al parecer el beneficiario de las gestiones no era un simple amigo, era su amante. A la señora la pillaron en una flagrante contradicción entre un discurso defensor de los valores tradicionales y su comportamiento.

Esa debería haber sido la razón del escándalo, pero no lo fue. El verdadero meollo, según los medios de comunicación, era la diferencia de edad entre ella (60 años) y él (19 años). Al parecer es mucho peor que se líe una señora madura con un joven que la hipocresía, el nepotismo y tráfico de influencias. Un efeto más del "corazonismo".

El “corazonismo” contamina los medios comunicación y distorsiona la realidad, llegando a desorientar a lectores y espectadores. Las prioridades han cambiado – bueno, cambiaron hace ya unos años – y ahora prima el espectáculo a la información. No es que se busque llamar la atención del espectador con elementos morbosos para ganar su interés y trasmitirle de forma más fácil el contenido informativo. Simplemente se magnifican los elementos del corazón por encima del valor informativo para captar más audiencia. Como consecuencia se banalizan las noticias y se ocupa espacio de análisis y reflexión. Pero eso no tiene importancia para los directores de informativos, se consideran efectos colaterales de la guerra mediática.

El mundo del corazón es conservador, carca diría yo. El exhibicionismo compulsivo y la familiaridad con la que toca algunos temas considerados obscenos le da un barniz trasgresor. Pero si rascamos en esa capa superficial encontraremos el mismo discurso de siempre: La exaltación del erotismo como forjador de familias y la demonización de todo aspecto lúdico fuera de la pareja.

Porque lo que realmente se considera escandaloso no es un asunto de corrupción menor sino que una señora haya decidido darle una alegría a su cuerpo con un yogurín. Tener deseo tras la menopausia continua siendo un atentado a las buenas costumbres.

No ocurre así con los señores. Basta comparar el benevolente trato recibido por Berlusconi a quien se le relacionó con una chica de dieciséis años con el dado a esta señora. Si bien hubo una cierta crítica – más de forma que de fondo- esta no puede compararse con la sufrida por Mrs Robinson. A la que se ha tildado de loca, vieja verde e incluso de ninfómana.

Este caso pone de relieve dos valores desgastados pero aún presentes en nuestro modelo de sexualidad: El sexismo y el fertilismo. Ambos derivados del gran paradigma que dominó el siglo XIX y la mitad del XX: La atracción erótica sólo es buena cuando lleva a la reproducción.

Sexismo porque no se trata igual a las mujeres que a los varones. Los programas del corazón hacen escarnio cada vez que alguna relación de este tipo se hace pública. Y essos mismos programas se guardan mucho de ridiculizar al famoso de turno casado con una mujer veinte, treinta o cuarenta años más joven.

La razón de tal diferencia en el trato se asienta el empeño patriarcal por prohibir el placer femenino, inútil e incluso contraproducente a la hora de asegurar la pertenencia a un varón. Porque una mujer, tras la menopausia, si tiene relaciones eróticas sólo puede motivada por el place. Un mal ejemplo para las jóvenes. El placer masculino si está permitido y, por lo tanto, tienen todo el derecho a disfrutar de cuerpos jóvenes hasta el final de sus días.

Fertilismo porque continuamos considerando como decentes sólo aquellas relaciones eróticas entre personas fértiles. Una mujer de 60 años seguramente ya no lo es, por lo tanto debemos considerar sus relaciones siempre ilícitas. Los varones pueden reproducirse hasta los setenta años, por lo tanto no violan en absoluto este principio.

Este es un ejemplo de cuan lejos estamos aún de disfrutar del Erotismo con la misma despreocupación con que disfrutamos de la comida.