sábado, 16 de octubre de 2010

El increíble poder maléfico del pezón femenino

No se a vosotros pero a mí siempre me ha intrigado la manía por no mostrar el pezón femenino en público. Y digo femenino porque los hombres no tienen ningún problema a la hora exhibir su torso desnudo en público. Y digo pezón porque el seno se adivina e incluso se muestra casi en su integridad muchas veces y en horarios infantiles, juveniles o adultos.

Fijémonos en estas dos fotografías:
Son de la misma persona, en ambas se capta el seno en toda su redondez pero en una se distingue el pezón – se resalta, diría yo – y en la otra no. Por supuesto la fotografía escandalosa es la de la derecha, la de la izquierda se considera un tierno fetiche para adolescentes.

Este y los miles de casos que se dan habitualmente en los medios de comunicación me han llevado a considerar la posibilidad de alguna fuerza oculta, maléfica por supuesto, detrás del pezón femenino.

¿Qué tiene esta diabólica aureola que provoca reacciones tan airadas? ¿Qué oculto poder se esconde detrás de la glándula nutricia? ¿Por qué salta el escándalo cada vez que aparece por sorpresa cuando no se le espera?

Sin duda esto debe tener una razón. No se prohíben las cosas así como a así. A mí se me ocurre que quizá los pezones femeninos son una especie de arma ultrasecreta que envía unos rayos invisibles cuya principal característica es producir lascivia y desenfreno.

No descarto un posible poder hipnótico sobre la parte masculina de la población. Los varones quedaríamos sensibilizados desde nuestra más tierna infancia al estar obligados alimentarnos de ellos para sobrevivir. Con el tiempo quedaría en nuestro cerebro una impronta que nos alelaría al contemplarlos sin prenda textil protectora. Al parecer las gafas de sol no valen.

Algo de verdad debe haber en esto, el comportamiento más típico del macho en la especie humana al contemplar el pezón femenino ralla en la discapacidad mental. El más inteligente se vuelve bizco, se pone a babear o, en los casos más grabes, pronuncia palabras soeces o emite sonidos guturales. Curiosamente son los adultos quienes tienen las reacciones más agudas, los niños parecen prestar una atención relativa, salvo en su periodo de lactancia, ven los pezones femeninos con absoluta normalidad.

No tengo respuesta para todas las preguntas que se apoderan de mi cerebro, es un problema que sobrepasa mi capacidad mental. Algo turbio y peligroso se esconde detrás de esta glánadula mamaria. Confío en la ciencia para encontrar las respuestas.