jueves, 10 de septiembre de 2009

Hombres caballo y prostitución

En la novela de Dominique Lapierre “La ciudad de la alegría” se describe un oficio a mi entender inhumano. Se trata de los llamados hombres caballo. Unas personas, normalmente varones, cuyo oficio consiste en arrastrar un carro donde se sienta un pasajero.
Dejando a parte las terribles condiciones de trabajo, las consecuencias catastróficas para la salud y el mísero sueldo que obtienen, considero humillante utilizar a un hombre como si fuera un burro.
A muchos lectores les ha ocurrido lo mismo, el propio autor lo reconoció en una entrevista. Por supuesto, a ninguno de ellos se le ocurre culpar de este oficio al porteador. En todo caso quien recibe las críticas es el cliente por aceptar ese servicio.
Sin embargo a las prostitutas se las ve de forma diametralmente opuesta. Si hacen la calle es porque quieren o por su naturaleza promiscua, el cliente es un pobre hombre frustrado sexualmente en busca de cariño y satisfacción (que no encuentra en su ambiente más inmediato. Quienes provocan problemas de orden público son las prostitutas, no los clientes. Las enfermedades venéreas las transmiten ellas, los clientes son, en todo caso, víctimas.
Nadie ve a la prostituta como el “hombre-caballo”. Nos parece repugnante la vida de un ser obligado a cargar con el peso de sus semejantes hasta reventar, pero no nos da ninguna pena una mujer manteniendo diez o doce relaciones sexuales con penetración, sin estar excitadas y con tipos normalmente poco atractivos.
Ya puestos y siguiendo el argumento normalizador en base a la demanda, podríamos proponer nuevos oficios a los muchos parados del suelo ibérico. En la corte de Luis XIV existían unos criados dedicados a limpiarle el culo a rey después de sus deposiciones. No sería mala idea proponer este cargo para los urinarios públicos o los lavabos de restaurantes de lujo. Y podemos ser más creativos aún: En los masculinos podríamos proponer el oficio de “aguantacarajos” para evitar que los clientes se manchen las manos.
Así podemos seguir hasta el infinito. El hombre es capaz de inventar muchas maneras de degradar a sus semejantes y es también muy hábil en institucionalizar esas formas de explotación.
Esto es básicamente lo ocurrido con el sexo de pago, primero lo inventamos, luego lo institucionalizamos, lo normalizamos y, ahora, lo vemos como normal. Es una institución muy antigua, ya va siendo hora de clausurarla. La forma de hacerlo es otro tema, pero creo sinceramente que este debe ser su destino.

martes, 8 de septiembre de 2009

Razones para no recurrir a la prostitución.

La prostitución es un tema “Guadiana” sale a la superficie mediática y tras un corto periodo de tiempo se esconde. Por desgracia cuando se trata públicamente siempre se hace desde una perspectiva sensacionalista, morbosa y sesgada. Las noticias de la última semana son un ejemplo.
Además el enfoque no varía en absoluto. Los problemas derivados de la prostitución son siempre responsabilidad de las prostitutas o de las autoridades que no las controlan adecuadamente. Los clientes, si aparecen, nunca son objeto de crítica. En todo caso se los entrevista como si salieran del Ipercor o del Caprabo. Y, digámoslo claro, ir de putas no es lo mismo que comprar en el súper.
Es necesario hacer una labor educativa sobre los usuarios. Si algo hay son incentivos a favor de recurrir ya sea en forma de disculpa. Algunas películas como Prety woman lo proponen como una forma de encontrar el amor, que ya es mucho proponer.
A continuación voy proponer una serie de argumentos en este sentido. Van destinados a hombres porque son el 95 % de los usuarios, pero es perfectamente aplicable a las mujeres que requieren de estos servicios.

1. La prostitución es una institución patriarcal. Se originó al establecer el sistema por el cual cada varón tenía derecho a monopolizar la sexualidad de al menos una mujer, con objeto de asegurar su descendencia. Para evitar altercados entre patriarcas se creó un cuerpo de mujeres a disposición de solteros y posibles adúlteros. Acudiendo a ella contribuyes a mantener la división entre mujeres puras y mujeres putas. También lo haces cuando utilizas esa palabra para juzgar de forma negativa el comportamiento erótico libre y autónomo de una mujer.

2. La relación con una prostituta es siempre asimétrica. Como cliente tienes derecho a exigir el servicio pactado, su voluntad cuenta poco. Hay muchas otras situaciones donde un cliente paga por un determinado servicio, una masajista, por ejemplo. Sin embargo en estas relaciones comerciales siempre actúas bajo su criterio profesional, le explicas tu problema y ella actúa en consecuencia. En la prostitución, el criterio de la prostituta no se tiene en cuenta.

3. Un encuentro erótico con una prostituta no es real. El Erotismo es una forma de comunicación, un juego entre dos con reglas prepactadas. Al pagar esas reglas se rompen, ya no hay juego, simplemente impones tu voluntad. Te pierdes la posibilidad de comunicar. Podrías pensar que en una relación BDSM ocurre lo mismo, pero no es así. En este tipo de encuentro todos los participantes pactan unas reglas antes de empezar, lo hacen sin coacción y tienen una “palabra clave” para detener el juego en cuanto se pronuncia.

4. La prostitución no es una relación erótica. Cuando quedas con una amiga para “echar un polvo” o incluso cuando es una chica que acabas de conocer, no existe coacción, o no debería existir. Al pagar siempre coaccionas a la persona y, esto si es según mi opinión, el Erotismo requiere ausencia de coacción, sino no es Erotismo, es otra cosa.

5. Es muy probable que tengas relaciones con una persona traficada. No todas las prostitutas son víctimas del tráfico de mujeres o están controladas por un chulo. Pero si hay muchas en esta situación y su número aumenta día a día. Tú no puedes saberlo porque, seguramente, no te lo va a decir. Si fuera así estarías cometiendo una violación. No se si vale la pena llevar ese peso en la conciencia.

6. Al recurrir a la prostitución pierdes la oportunidad de mejorar tus herramientas de comunicación. Si no has ligado, si no tienes pareja o parejas, si no tienes amigas con derecho a roce, quizá tengas un problema con tu capacidad de seducir. Recurrir a la prostitución es el recurso fácil. En realidad es una institución diseñada para que no reflexiones sobre tu forma de relacionarte con las mujeres. Y también para que no seduzcas a las de los otros hombres.

7. La prostitución enseña un erotismo pobre. Contrariamente a lo que muchas personas piensan, las prostitutas, al menos las prostitutas de calle, no son expertas en Erotismo. Algo explicable. Intimar con personas que no te parecerán atractivas, ir lo más rápido posible para obtener el máximo rendimiento, trabajar en un coche o en un descampado no es precisamente la mejor manera de despertar la creatividad y la imaginación.

Estas son algunos de los argumentos que se me ocurren, seguramente hay más. Es necesario enfocar el tema también desde este punto de vista y alentar a los clientes a examinar críticamente su comportamiento. En España, en este momento, esta crítica está ausente. Hay detrás intereses muy poderosos que se excusan en la supuesta libertad sexual. Pero la libertad sexual no tiene nada que ver con la explotación de los demás, eso no es libertad, es abuso. Pensadlo.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Caramelitos cachondos




La marca de golosinas hariboo ha desatado la polémica en Inglaterra al colocar en los envoltorios dibujos de frutas disfrutando de momentos eroticofestivos. Varias asociaciones de padres han protestado enérgicamente porque, según ellos, estas ilustraciones estimulan la curiosidad infantil por cosas de las que los niños no deben interesarse.
Como podéis ver en las imágenes tanto la lima como el limón tienen cara de estar pasándolo muy bien. Lo mismo ocurre con las dos cerezas y la lima que parecen estar disfrutando de un magnífico trío.
Las golosinas han sido siempre miradas con recelo por parte de los adultos. Pero no por el alto contenido en azúcares refinados (que es el verdadero peligro) sino por ser estos los objetos preferidos por pederastas y narcotraficantes para pervertir menores. El “hombre de los caramelos” está instalado en nuestro imaginario colectivo y como un fantasma recorre nuestra mente poniéndonos en alerta ante estos tipejos. Desgraciadamente hoy en día los pederastas no necesitan exponerse en lugares públicos, les basta con acudir a ciertos foros para “pescar” a sus víctimas.
Estos padres, preocupados sinceramente por el desarrollo moral de sus hijos, ven en los envoltorios de los caramelos una publicidad subliminal del desenfreno y la orgía. Los santos ignorantes, al ver estos dibujos lascivos pierden la inocencia y pasan, automáticamente, de jugar a la las chapas a hacer de chapero o de jugar a muñecas a montárselo con muñecas. Desde este punto de vista parecería que una supuesta “internacional pederasta” estaría detrás de esta campaña publicitaria.
Siento defraudar a estos atemorizados padres, pero los niños no necesitan ningún estímulo externo para despertar su curiosidad erótica. La tienen muy despierta y desde muy temprano. Por otro lado, estos defensores de la infancia no parecen estar muy preocupados por la presencia de personajes “entrañablemente violentos” como los Loneley Toons. Al parecer es menos preocupante para el desarrollo de un niño ver al coyote colocando una carga explosiva marca ACNE al paso del Correcaminos que contemplar dos frutas en actitud eroticofestiva.
Considerar a los niños como naturalmente ignorantes en materia erótica y querer tenerlos en una urna estanca contra cualquier estímulo es, cuanto menos, una estupidez. Una estupidez y una inmoralidad porque con esta actitud les negamos su derecho a experimentar y aprender como lo hacen en otros ámbitos de la vida.
Señores padres: No se alarmen que ningún niño se va a volver adicto al sexo por ver estos dibujos. Ellos mismos disfrutaron de las películas de la Warner Bross y no son ni terroristas ni asesinos en masa ¿Por qué va a ser más peligroso el Erotismo de ficción que la violencia simulada?