sábado, 4 de julio de 2009

Café del malo


Hace un año los medios de comunican se hacían eco de la afición al BDSM de Max Mosley. Todo el mundo se llevó las manos a la cabeza preguntándose cómo a alguien puede divertirse de esa manera.

En la entrada del 1 de abril del 2008 expuse mi opinión al respecto. Continúo pensando lo mismo, el hecho de vestirse de nazi, de extraterrestre o de lagarterana para participar en encuentros eróticos no es indicativo de nada. De la misma forma que nadie se atrevería a deducir la filiación política de alguien en función del personaje que elija interpretar en una obra de teatro o el bando en un juego de guerra. No hay derecho a etiquetar las personas según sus aficiones eróticas. La psicoterapueta Esther Perel, su libro: "Inteligencia Erótica" lo deja bien claro: Lo que ocurre dentro de la cama no tiene porqué determinar lo que pasa fuera".

Pero una cosa es interpretar un papel y otra muy diferente creérselo. Y eso es lo que le ha pasado al señor Bernie Ecclestone al declarar lo siguiente:

"Aunque decir esto pueda resultar terrible, al margen de que Hitler se dejase llevar en un determinado momento e hiciese cosas que no sé realmente si quería hacer o no, lo cierto es que estaba en posición de mandar a muchos y conseguir que se hicieran cosas"

No se si el presidente de la Formula 1 administration comparte la misma afición que su amigo Max Mosley (persona autoritaria y de linaje cláramente fascista, por otra parte), pero sus declaraciones son mucho más dañinas que treinta orgías BDSM.
No tengo ni idea de su vida erótica, ni me interesa. Tampoco tenía ningún interés saber cómo se devertía su amigo. Si embargo estas declaraciones públicas son muy alarmantes. Soy consciente de mi presunción y si llega el caso estaré muy contento de retractarme, pero no creo que le cuesten el cargo. Este individuo tiene una condición que lo hace prácticamente inmune: Es multimillonario. Tampoco atisbo un escándalo mediático de la misma emvergadura del caso Mostley.
Desgraciadamente continuamos penalizando mucho más un juego privado de estética nazi que unas declaraciones ideológicamente fascistas y, por lo tanto, mucho más peligrosas.