domingo, 22 de abril de 2007

Fast food

Un año más el informe durex ha vuelto a contabilizar el número de coitos per cápita en cada uno de los países del mundo. Una inteligente estrategia comercial que no debería ser tomada en serio y, mucho menos, valorada como una forma de valorar la sexualidad.
Siguiendo mi símil entre la cocina y el erotismo este informe podría equipararse al de empresas como Mac Donals o Burguer King sobre sus ventas de hamburguesas. Seguramente deben producir un gran placer a los directivos porque representan beneficios, pero causan un gran malestar a los expertos en nutrición y dietética.
A mi me produce un sensación similar ver como se reduce el erotismo a una sola práctica y solamente se contabilizan los coitos, sin prestar la más mínima atención a técnicas igual o más placenteras.
Pero no este el único aspecto preocupante de este tipo de publicaciones. De la presentación de los datos parece deducirse la intención de establecer una competencia entre países para ver quien tiene más coitos y durante más tiempo. Parece uno de esos concursos de zampadores de alitas de pollo o salchichas de frankfurt.
En una palabra el informe Durex es una forma de promocionar el fast food erótico, en detrimento de elaborar experiencias más refinadas y creativas. Sustituye el estofado que puede estar cociendo durante horas y que requiere una lenta degustación, por un bocata rápido y poco elaborado.

jueves, 19 de abril de 2007

Aprender a cocinar

Todos, en mayor o menor medida, sabemos cocinar. Algunos no somos incapaces de ir más allá de una tortilla más o menos lograda y otros consiguen éxitos realmente importantes. Pero todos hemos tenido que aprender observando y colaborando con otras personas.
Sin embargo en materia erótica está muy mal visto tanto aprender como enseñar. Por alguna razón difícil de entender sentimos verdadera aversión por aquellas relaciones eróticas donde existe una marcada diferencia entre las edades de los participantes.
Nuestros adolescentes deben aprender el arte del placer o bien por “ciencia infusa” o bien a través de los libros.
¿qué resultados culinarios obtendríamos de los grandes chefs si hubiesen aprendido su oficio mirando ilustraciones o recurriendo únicamente a la intuición? A nadie se le ocurre recomendar a Miguelín, un chico de diez y seis años que se ponga a experimentar en la cocina junto con su compañero de instituto. Y mucho menos pegarle una bronca por ir a aprender a cocinar con la tía Mercedes que tiene un restaurante.
Pero en cuestiones de erotismo insistimos en concebir las relaciones entre adolescentes y personas mayores como perversas, malsanas y perjudiciales. Esto seguramente es un residuo de la concepción reproductiva del arte erótico, los matrimonios donde uno de los cónyuges tiene una edad avanzada dan pocos hijos y su crianza es problemática – viudedades prematuras, padres demasiado mayores, etc. - Si no vamos a formar una familia, ¿para qué queremos relaciones eróticas.
Con este panorama no es de extrañar el poco nivel de creatividad erótica de la sociedad. Los chicos no pueden aprender de los mayores y así se perpetúa el modelo monocorde de relaciones eróticas.
Debo además hacer notar un hecho realmente destacable. Existe una relación inversa entre la educación gastronómica y la educación erótica por lo que respecta al género. Se pone un énfasis especial en enseñar a cocina a las mujeres mientras los hombres acceden a este mundo de forma voluntaria. Existen muchos varones aficionados a cocinar, pero no lo son por obligación, ni tampoco han sido impelidos a serlo.
Pero en materia erótica la situación es inversa. Los varones, aunque de forma indirecta, son estimulados a aprender y a practicar al menos las formas más convencionales de erotismo. Por el contrario, las mujeres son mantenidas en un estado de ignorancia lo más completo posible. Una desinformación antes conseguida mediante la coacción directa – se les prohibía adquirir cualquier conocimiento sobre el tema – y ahora lograda gracias a la promoción de sentimientos vinculadores del erotismo con experiencias románticas, cuando no directamente dependientes.
Con esta asimétrica forma de educar se consigue la perpetuación del sistema de dominación masculina y se salva la concepción reproductiva de la sexualidad. Con mujeres menos expertas, los varones pueden ejercer de pigmaliones y establecer una relación de superioridad respecto a ellas. Además así se asegura la generación de un número máximo de retoños.
Aquí podríamos encontrar el porqué de esta persecución mediática contra aquellas mujeres de las que se conoce relaciones con varones más jóvenes. Si el erotismo debe llevar a la reproducción, la menopausia se contempla como una etapa de finalización de la actividad erótica. Por lo tanto, desde este punto de vista, las relaciones entre un hombre joven y una mujer madura son inútiles. Más aun, si la mujer siente deseo de tal intercambio debe estar enferma o ser una viciosa y, por lo tanto, sujeto de todo tipo de humillaciones.
Esto choca con nuestra actual forma de vida, basada o supuestamente basada en valores de libertad e igualdad y en un sistema social que necesita el trabajo femenino. Pero una idea puede perdurar en la cultura incluso cuando deja de ser necesaria para el normal funcionamiento de la sociedad.

sábado, 7 de abril de 2007

Si el erotismo es gastronomía, ¿cómo es nuestra dieta?

Un Erodietólogo - profesión inexistente pero muy necesaria - calificaría nuestra erodieta como disociada y monótona. Si bien ha habido una cierta liberación del gusto desde los años sesenta, esta no se ha concretado en un aumento significativo de la diversidad, al menos desde un punto de vista práctico.
Tras la caída del modelo reproductor, según el cual sólo era lícito el intercambio erótico para tener hijos, se nos ha abierto un universo de posibilidades. Sin embargo continuamos centrados en poner el coito como único objetivo, convirtiendo así un medio para lograr el placer en un fin en si mismo.
Las otras prácticas, o bien sirven para preparar la penetración o son consideradas como rarezas. Si visionamos una película erótica para "entrar en calor" es algo bueno, pero si nuestro objetivo es simplemente contemplar, entonces somos algo extraños. Lo mismo ocurre con el erotismo oral o digital, si sirve para lograr una buena erección o una buena lubrificación, entonces está bien, pero si lo disfrutamos per se, tenemos "relaciones sexuales incompletas".
Somos como esos niños que sólo quieren comer pasta o hamburguesas. Evidentemente no vamos a sufrir las mismas consecuencias que ellos, porqué no va a afectar a nuestra salud física. Pero si padeceremos importantes efectos sobre nuestra salud erótica. Esta manía por reducirlo todo a una sola práctica limita nuestra imaginación y fantasía. No es de extrañar que se den cada vez más casos de disfunciones relacionadas con el aburrimiento, si siempre comiéramos caviar terminaríamos por odiarlo mucho antes de que nos produjera problemas físicos.