martes, 24 de noviembre de 2009

La bestia interior




Existe una teoría según la cual el hombre, me refiero al varón, utiliza la violencia como una forma natural de relacionarse con el sexo femenino. Cuando no consigue algo por las buenas, lo hace por las malas y san se acabó. La Naturaleza es así.
La violencia sexual seria, por lo tanto, un  instinto básico de los varones de la Especie Humana y no habría manera de dominarlo. Como mucho atenuarlo y prevenirlo. Ah y sobre todo no estimularlo por parte femenina.
Esta ideología se parapeta detrás de una interpretación del psiquismo humano llamada Psicobiología. Una corriente del pensamiento científico que intenta explicar algo tan complejo como el comportamiento humano a partir de la comparación con el animal. Sobre todo con el de los animales más próximos a nosotros: Los antropoides.  
El maltrato entre los animales existe. Pero se lleva a cabo sólo en contadas ocasiones. A un macho no le conviene dañar a la que se encargará de gestar, parir y amamantar a su descendencia. No existe ninguna especie donde el poder de los machos sobre las hembras sea tan grande como entre los humanos. Porque en la Naturaleza machos y hembras no son competidores sino socios en la reproducción. Nunca se adopta una estrategia que pueda lesionar los intereses de uno de los sexos. Entre otras cosas porque la mayoría de genes no están ligados al sexo y los que ahora están en un cuerpo de macho en la siguiente generación pueden estar en uno de hembra.
Si la agresión a las hembras es algo poco frecuente, el asesinato es ya una excepción casi impensable. Es como quemar la fábrica de la que uno vive, sin tener seguro, claro. Este hecho es propio de la especie humana y no es un rasgo adaptativo fruto de milenios de evolución, en todo caso es un comportamiento culturalmente adquirido.
¿Cómo se convirtió el ser humano en una especie donde el macho es capaz de maltratar e incluso asesinar a la hembra? La explicación no es sencilla, pero todo indica que el origen de este comportamiento se encuentra en los albores de la Civilización.
Fue a partir tras el descubrimiento de la relación entre Erotismo y reproducción cuando a los varones empezó a entrarles la obsesión por asegurar su propia descendencia. Hasta entonces el adulterio no estaba ligado, en la mente de los machos, a la posibilidad de criar el hijo de otro. La solución era bien fácil: Cada varón tendría el derecho al acceso exclusivo de una o varias mujeres. “No codiciarás la mujer del prójimo” dice la Biblia. Y así sucedió.
Para hacer más fácil el control de las mujeres por parte de los patriarcas y, sobre todo, para evitar su natural tendencia al adulterio, se estableció un régimen de dominación casi absoluto. Las mujeres pasaron a ser una mercancía.
Como consecuencia se legitimó el empleo de la violencia para “mantenerlas en su sitio”. Una violencia cultural, no instintiva. Fruto de educar a las mujeres en la sumisión y a los hombres en el dominio. No es “el animal que llevamos dentro” el responsable de la violencia contra las mujeres, es un sistema basado en la desigualdad entre los sexos, nacido de la paranoia ante la posibilidad de criar un hijo de otro varón.
Como dice Ambrosio García Leal en “La conjura de los machos” (Libro del que he extraído la mayoría de ideas expuestas en este post): “La bestia sexual que llevamos dentro no tiene nada que ver con el violento y abyecto Mr. Hyde, el siniestro álter ego del doctor Jekyll. Es una criatura amable, cariñosa y sensual, cuyos «instintos básicos» son el contacto íntimo, la voluptuosidad y, también, el amor.”
Que no sirvan más de excusa el supuesto instinto violento propio de la masculinidad. Un agresor es un agresor y punto. Debe desistir en su actitud y pagar aquellos crímenes que haya podido cometer. Como cualquier asesino, ladrón o timador. No os creáis las pamplinas pseudobiológicas la violencia machista es fruto del machismo. Y al machismo se lo combate con las leyes y la educación en la igualdad.
Hoy es el día internacional contra la violencia sexista. Creo que un en blog donde se aboga por el Erotismo lúdico debe hacer este tipo de puntualizaciones. Sin embargo no me gustaría terminar si explicar la diferencia entre juego sadomasoquista y violencia sexista. En el primero la mujer, si decide ser la parte sumisa, acepta experimentar una serie de sensaciones y sólo esas. Es la que dirige el juego en todo momento y en todo momento puede detenerlo. Se trata más de masoquismo asistido que de sadomasoquismo. En la violencia sexista la mujer es reducida a un objeto y no tiene en absoluto la posibilidad de controlar la situación. Está a la merced de un tipejo cuyo único interés es reafirmar su masculinidad mal entendida. Quería que esto quedara claro. 

lunes, 23 de noviembre de 2009

Tontra


La búsqueda de un sustituto espiritual a desacreditada Religión en Occidente nos ha traído una gran cantidad de terapias, métodos y gimnasias procedentes de Oriente. Una de estas técnicas de desarrollo digamos sexual importada es el ahora famoso "sexo tántrico".
El Tantra es una forma de vida tan respetable o tan poco como el monacato o la comuna. Respeto a toda persona interesada en seguir ese estilo de vida, faltaría más. Lo que ya no me gusta tanto es esta moda de intentar seguir ciertos aspectos con intereses más terrenales que espirituales. Porque detrás de los "Tontras" está la promoción de un Erotismo similar al  de toda la vida.
La mayoría habréis oído testimonios de hombres y mujeres - algunos de ellos muy famosos - presumiendo de coitos de duración cinematográfica. Algunos, como Sting , hablan de seis u ocho horas de bombeo. Y uno se pregunta ¿Para qué? Para qué estar tanto rato. Como no sea para pillar una hernia discal o una ciática como una catedral, no le veo otra utilidad.
Creo que el Tontra es una forma más de promocionar el sexo como pegamento mágico de la pareja. Una manera de bucar "tres patas al sexo". Promete parísos terrenales y monogamias eternas estirando el acto copulativo como si de un chicle se tratara y pretendiendo así anudar el vínculo de pareja. Y los chicles, digámoslo claro, no son un buen recurso a la hora de asegurar una unión.
La versión occidentalizada del Tantra tiene cosas buenas y cosas malas. En su favor puede alegar un igualitarismo notable - se busca tanto el orgasmo del hombre como el de la mujer- , una recreación en los sentidos y incorporación al juego de otras prácticas eróticas a parte de la penetración. Pero también tiene cosas en contra como su coitocentrismo y su visión dual absoluta de la sexualidad.
Todo en el Tontra gira en torno a conseguir una cópula interminable. Educando al hombre en la contención y el multiorgasmo, se consigue que aguante horas y horas en pos de no se sabe bien qué Nirvana de felicidad cósmica. Poco margen hay para la creatividad y la experimentación, parece más un método de gimnasia. La señora, por su parte, disfruta de múltiples orgasmos – o no, todo depende – y lo pasa fenomenal. Pero uno sospecha que tendría igual disfrute si su compañero continuara la tarea recurriendo a la tecnología digital o lingual. Eso sí, con menor riesgo para sus músculos dorsales y salud vertebral en general.
El Tontra es además muy sexista. Basa toda su teoría en considerar lo masculino y lo femenino como dos polos opuestos. Lo tienen difícil los homosexuales. Al sentir atracción por personas de físico y actitud coincidente en lugar de opuesta la “energía cunalini”, si existiera, no podría circular. Seria como construir pilas con dos polos positivos. Ante este dilema los maestros recomiendan un reparto de papeles. Así uno se feminiza y el otro se masculiniza. Pero yo continúo sin verlo claro. No me imagino a dos camioneros gays musculosos, peludos y con barba diciéndose el uno al otro: Tú serás la mujer y yo el hombre ¡Si lo que les pone es la mutua masculinidad!
Dicho esto quien quiera practicar Tantra que lo haga, pero le recomiendo no obsesionarse ni ver en esta práctica una forma de ganar energía cósmica. Con polvos tan largos sólo se consigue dolor de riñones o ciática. Eso sí, el Tantra es bueno para la musculatura pélvica y previene problemas de próstata o de incontinencia urinaria. Pero este objetivo puede también lograrse ejercitando la musculatura pubococígea con los ejercicios de Kegel. Podéis encontrar información en cualquier manual de sexualidad al uso.
Personalmente considero más interesante jugar con la situación, experimentar con los sentidos y añadir morbo a los encuentros eróticos. Así no se consigue llegar al Nirvana ni la fusión eterna de las almas, pero es más divertido.

PD: Según esta tradición Hindú en cada eyaculación el hombre pierde siete gotas de sangre por cada gota de semen. Por eso recomienda masturbarse sin eyacular. Si eso fuera verdad yo ya me hubiera liquidado todo el Banc de Sang i teixits de Catalunya.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Sobre mi participación en el programa “Banda Ampla” de TV3

Antes de empezar me gustaría agradecer al programa la oportunidad de poder expresar mis opiniones. Pocas veces en la vida tiene uno este privilegio. Sin embargo querría matizar alguna de mis declaraciones así como contestar ciertos argumentos esgrimidos por el resto de asistentes, que no pude rebatir en el momento. Algo natural dada la gran cantidad de invitados.
Pero como dispongo de este blog y sé que algunos de vosotros tenéis la santa paciencia de leer los post, voy a aprovechar esta circunstancia para aclarar, si cabe, mi postura.
Aquellos que no pudieron ver el programa en su momento, podéis visualizarlo copiando este link en la barra del navegador:

www.tv3.cat/programa/39005/bandaampla

y elegir el vídeo donde sale mi careto.

Una cosa os puedo asegurar: Los nervios del directo existen, aunque yo no fui consciente todo el rato. Cómo sino se explica la cara de taquicárdico de un servidor y algunos tropezones verbales. En mi descargo diré que es mi primera experiencia televisiva. No es excusa, por supuesto, pero puede ayudaros a comprender ciertas actitudes.
Hecha pues esta aclaración paso a exponer mis argumentos.

La prostitución es el oficio más antiguo del mundo.

No hay pruebas de su existencia antes de la Revolución Neolítica, ni está presente en las tribus de cazadores-recolectores. Estos pueblos practican la monogamia a largo plazo pero manteniendo una gran igualdad entre los sexos. Es frecuente la infidelidad por parte de ambos cónyuges y, aunque está formalmente mal vista, nunca acarrea malos tratos o castigos.
Algunos divulgadores utilizan el hecho de que las mujeres aceptan regalos antes de tener relaciones sexuales con sus amantes como una prueba de la existencia de algo similar a la prostitución en estos pueblos. Pero recibir un regalo como agradecimiento a un favor, por muy erótico que este sea, no es igual a fijar un precio por un servicio. En el primer caso asumimos que la persona ha actuado de forma voluntaria y sin coacción, porque nos aprecia. Por eso le hacemos un regalo. En el segundo nos importa un pimiento si es amiga nuestra, lo que buscamos es un producto o un servicio.

La prostitución evita violaciones.

La violación es un acto criminal y como tal debe ser perseguido. Si alguien siente deseos de violar debe reprimirlos, como debe reprimir los deseos de robar, matar o estafar.
Proponer la creación de un cuerpo de mujeres destinadas a “calmar” los supuestos irrefrenables impulsos violadores de ciertos varones, es equivalente a pedir la institucionalización de un grupo de “panolis” dedicados a dejarse timar para calmar las ansias de los estafadores. O, mejor todavía, convencer a ciertos ciudadanos para que se dejen disparar por asesinos para evitar crímenes en las calles.
Los varones de nuestra especie nos regimos por valores, no por instintos innatos. Aunque existiera un instinto violador –que no existe- deberíamos hacer lo posible por no seguirlo. La violación ha sido, por desgracia, demasiado comprendida y justificada. Pero un violador tiene menos excusa que un asesino. Porque no existe la violación en defensa propia. Simplemente no debe hacerlo y punto.

¿Qué hacen las personas poco agraciadas o los discapacitados?

Las personas poco agraciadas o con problemas para relacionarse con los demás pueden adquirir habilidades acudiendo a talleres y seminarios. En casos extremos tienen toda la gama de profesionales psi (psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas etc.), que recurran a ellos y no a prostitutas.
Aquí pueden también colaborar las mujeres no siguiendo el comportamiento aprendido a la hora de ligar. Teniendo una mayor iniciativa pueden ayudar a estas personas y salir ganando, detrás de un tímido o de un feo puede haber una gran persona.
Muchos discapacitados tienen pareja y no siempre con discapacitados. Que les pregunten a estas personas como lo han conseguido.
En última instancia deben saber que no existe el derecho a tener relaciones sexuales. Existe el derecho a la no injerencia de los poderes públicos cuando estas son libres y consensuadas. Pero nadie tiene derecho a usar el cuerpo de una persona para su propio placer. Lo siento mucho pero deben aguantarse.


¿Qué hacen los transexuales?

Las transexuales viven una marginación injusta que debe terminar. Pero la solución a este terrible problema social no puede ser ofrecerles el ejercicio de la prostitución. Los grupos que defienden sus derechos, los sindicatos y la inspección de trabajo deben presionar a empresarios y comerciantes para que admitan en sus plantillas a personas con independencia de si el sexo cromosómico corresponde o no con su apariencia física.
Es necesario presionar a las autoridades para que legislen teniendo en cuenta sus derechos y empezar una labor de formación encaminada a darles la posibilidad de salir de su actual marginación.

Los hombres tienen un impulso sexual incontrolable. Por eso debe haber prostitutas.

Esto es mentira y además es ofensivo. Los varones podemos y debemos controlar nuestros impulsos tal como hacen las mujeres. Otra cosa es constatar la diferencia en la demanda de ese mismo control en función del sexo. A los varones no se nos castiga por manifestar el deseo. Todo lo contrario, se nos incentiva a demostrar disposición erótica en todo momento. Por otro lado las mujeres tienen restringida tanto la demostración como la realización de sus deseos. Y esta restricción pivota sobre la figura de a prostituta.
La prostitución permite sobreexcitar a los varones sin que eso se manifieste en un mayor deseo en las mujeres. Porque estos, en lugar de convencer o seducir, pueden desahogarse en los prostíbulos.


Los hombres buscan la promiscuidad porque tiene millones de espermatozoides y pueden fecundar muchas mujeres. Las mujeres prefieren la monogamia porque tienen un número comparativamente más bajos de óvulos. . La naturaleza de ambos es diferente.

Falso. Un macho, sea de la especie que sea, busca dejar el máximo de descendencia. Pero el máximo de descendencia viable. Dicho en otras palabras: El máximo de descendencia capaz de dejar descendencia. Y las hembras buscan lo mismo.
Cada especie llega a un “pacto” que favorece a ambos sexos. Porque ambos sexos son socios en la empresa de la reproducción.
Los datos indican que nuestros ancestros adoptaron como estrategia reproductiva la monogamia a largo plazo. A las hembras les convenía porque conseguían ayuda a la hora de criar a los hijos y a los machos porque podían así asegurar más descendencia que con la poliginia o la poliandria.
Pero la monogamia humana es, como todas las existentes en la Naturaleza, imperfecta. Ambos miembros de la pareja practicaban la infidelidad. Los machos para tener más descendencia y las hembras para conseguir machos mejor dotados genéticamente.
En la actualidad hay una cierta disonancia entre el comportamiento femenino y el masculino. Pero se debe a la desigual educación fruto de un sistema patriarcal herido pero aún vivito y coleando. Esta diferencia es cultural y fruto, básicamente, de la obsesión varonil por asegurar el acceso exclusivo al máximo de mujeres posible, con el objetivo de asegurar la paternidad de su descendencia.


Estoy en contra del estigma: La división entre putas y puras debe terminar.


Una consecuencia de la obsesión masculina por el acceso exclusivo a las hembras es precisamente la prostitución. Para evitar la seducción de hembras de otros machos o la intromisión en los matrimonios de varones solteros, se hicieron dos cosas:

1. Restringir la natural tendencia femenina al adulterio mediante castigos y educación represiva.
2. Crear un cuerpo de mujeres públicas dedicadas a saciar el hambre de los varones solteros y los casados insatisfechos.

Para que la mayoría de mujeres quisieran pertenecer a un varón y no dedicarse a la “vida alegre” se las marginó. En algunas sociedades la sacralizaron convirtiéndolas en sacerdotisas y en otras – la inmensa mayoría- Las estigmatizaron.
El estigma que recae sobre las prostitutas pero también sobre las mujeres de sexualidad independiente debe cesar. Es una estrategia del patriarcado cuyo objetivo es mantener la actual división entre mujeres puras y mujeres putas.
No tiene sentido en pleno siglo XXI y además impide una comunicación creativa y saludable entre personas de sexos diferentes. Es un artefacto que los hombres, pero también las mujeres, deberían ayudar a erradicar.


La prostituta no hace nada inmoral, es quien paga el que lo hace.

Cobrar por un servicio sexual no es una inmoralidad. La inmoralidad, a mi entender, es utilizar la coacción – y la económica es también un tipo de coacción – para conseguir intercambios eróticos.
En la prostitución, como en cualquier transacción comercial, hay una asimetría de poder. El cliente ejerce su poder monetario obligando a la prostituta a ceder su cuerpo. Uno no va a una casa de citas como va a un masajista. No se pone en manos de la meretriz, no va a aprender o a curarse, va a usar el cuerpo de la chica para satisfacer su ansia de poder.

La ideología neoliberal imperante nos hace ver que cualquier intercambio económico es decente “per se”.

Pero deben existir límites al comercio. Uno de ellos debería ser el uso del cuerpo de las personas. Si un restaurante, por diferenciarse de la competencia, decidiera alquilar chicos fornidos para hacer de mesas y de sillas se armaría un escándalo de grandes proporciones. Como la prostitución es tradicional en nuestra cultura – y también como la ejercen mayoritariamente mujeres – la vemos como lo más natural del mundo.

Ser abolicionista no es ser prohibicinista.

El abolicionismo tiene por objetivo la extinción de esta práctica. La estrategia para lograr este objetivo es otro cantar. Prohibir el ejercicio de la prostitución sólo agrava el problema de las prostitutas.
En mi modesta opinión debemos presionar sobre el cliente con la multa y la educación. Pero haciendo un gran esfuerzo para convencerlos de no seguir con esta práctica.
Paralelamente debe avanzarse en el Estado de Bienestar para conseguir que cada vez menos personas se vean abocadas a ofrecer servicios sexuales para sobrevivir o dar una vida digna a su familia. Este punto es muy importante porque no servirá de nada si no tienen una alternativa digna su estilo actual de vida.

Ser abolicionista no implica ser puritano.

Todo lo contrario, la prostitución es una pieza clave para mantener un sistema donde la sexualidad es vista como algo sucio y pecaminoso. Los puritanos han condenado siempre a las prostitutas con una mano mientras aseguraban su existencia con la otra.
Si abogamos, como yo abogo, por una sexualidad libre debemos luchar por la desaparición de este fenómeno, que es pieza clave en la restricción del comportamiento femenino.
Además una sexualidad libre e igualitaria implica tanto a varones como a mujeres. Estas últimas deben revisar su comportamiento basado en la renuncia y la resistencia pasiva. Pero los varones también necesitan hacer un esfuerzo para apartarse de un modelo de masculinidad que les obliga a estar todo el día en “presenten armas” y a demostrar sus altas dosis de testosterona en el hogar, el trabajo y el burdel.

Hacerse la comida

Cocinar para uno mismo es algo muy normal. Quien más quien menos – bueno, menos algunos ejemplares de Homo Atapuerquis – se ha visto en el trance de hacerse la comida. Aunque sólo sea un bocata. Es algo normal y nadie lo considera un peligro. Tampoco nadie pondría el grito en el cielo si un Centro de ocio para jóvenes diera lecciones sobre cómo hacerse unos bocatas o un caldito.
Sin embargo cuando un ente público como la Junta de Extremadura organiza una serie de talleres para enseñar a los adolescentes las virtudes de la autoexploración, se arma el escándalo.
Y es que la carcundia de este país está aún muy activa.
Estas cosas no pueden enseñarse, deben ser descubiertas a trompicones, en la clandestinidad y bajo amenaza de terribles castigos. Sobre todo las chicas. Porque los hombres, ya se sabe, son como monos y esto lo llevan en los genes. Pero las adolescentes, criaturas inocentes e inmaculadas…. ¿Cómo se atreven a enseñarles el vicio y la perversión? ¡Habrase visto! Y luego ¿Cómo las casamos? Porque van a saber más que su novio. Y eso, señores, no puede ser. Porque una mujer sabionda no gusta a un hombre de verdad. Vamos, una hecatombe.
Este debe ser, más o menos, el chorro de ocurrencias que debe circular por más de una presentadora de Intereconomía. Pues a mí me parece muy bien, aunque sólo sea por dar una mínima orientación a unos chavales cuya educación sexual se reduce a foros de internet y páginas porno. Vivimos en la sociedad del conocimiento, pero en ciertos ámbitos promocionamos la más absoluta ignorancia. Los niños se hacen adultos, de esta ley natural no se escapa nadie, mejor que hagan el camino con algo de iluminación y no a oscuras como hasta ahora.