martes, 14 de septiembre de 2010

Ser sexi no significa ser borde

Seguramente gobierna mi subjetividad la idea que tengo sobre el Erotismo. Al considerarlo una actividad lúdica, placentera y alegre me choca en gran medida la proliferación de anuncios donde aparecen maniquíes (intento no llamarlos modelos) bellos en actitud distante, malhumorada e incluso retadora.
Sin duda los creativos publicitarios deben tener miles de datos estadísticos en los que basan la utilización de esta actitud, o no, pero a mi cada vez me fastidia más. Cada vez da más mal rollo mirar una verja publicitaria.
No se a vosotros, pero a mí me aburre esta imagen que pretende unir la altivez, la chulería y la estupidez (en el sentido agresivo del término) con el Erotismo. Una unión del todo artificial si tenemos en cuenta lo dispuestos que estamos al juego y la diversión como especie. Ninguna es tan juguetona ni disfruta tanto con los intercambios eróticos, ni se los toma tan a broma como los humanos. De hecho, el sentido del humor es un sentimiento puramente humano.
Este país tiene una larga tradición en el erotismo divertido. Desde el Siglo de Oro con el humor erótico tipo “Lozana Andaluza” y mucho antes con “El libro de buen amor”, pasando por los cuplés de principios de siglo como el “barreja nena” (mezcla niña) que haciendo una alegoría cocktailera de la masturbación divertía y a la vez calentaba a nuestros abuelos. Por no hablar de la revista y sus dobles sentidos y de las películas de Esteso y Pajares. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, vienen mandando en estos asuntos una retahíla de especialistas empeñados en aguarnos la fiesta y presentar las personas de atractivo erótico como inalcanzables, distantes y estúpidas.
La antaño jovial, risueña y pícara corista se ha sustituido por una mujer aislada en el imaginario pedestal de su belleza, sin ningún interés por bromear a la espera de que un torbellino  de pasión la arrastre a los brazos de un hombre, muy hombre. Ese hombre muy hombres es también distante y despreciativo. Tanto es el desprecio y la distancia de ambos que uno llega a preguntarse cómo pueden terminar en la cama. Pero terminan. Y cuando terminan es todo serio y trascendente. Si es cine normal será breve, normalmente se pasan de cortos. Si es porno será largo, demasiado largo (normalmente se pasan de extensos). Pero siempre serio, serio y trascendente.
Lo siento pero añoro esas películas porno de principios de los ochenta con mujeres sin depilar risueñas y felices perseguidas por sátiros empalmados también peludos, donde no faltaba un chiste verde o una alusión jocosa. “Pero aquello era machista” me diréis y con razón. Si, lo era, pero ahora continúa siéndolo y además es aburrido.
Para muestra un botón. No he tenido que buscar mucho para ilustrar mis argumentos con un vídeo. Mirad a este cretino en acción (me refiero por supuesto al personaje, no al actor):



He aquí otro ejemplo. No he tenido que ir muy lejos: 





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