viernes, 2 de julio de 2010

Sara Carbonero. O el extraño caso de la vagina de criptonita

Estos últimos días se ha estado comentando sobre la posible influencia negativa de la periodista sobre el portero de la Selección Española. Según algunos periodistas deportivos la chica distrae al guardameta durante los partidos. Esa, y no otra, es la causa de los dos goles en contra que lleva “la roja” en este Mundial.


Cada uno es dueño de decir todas las sandeces que se le ocurran, pero los medios de comunicación deberían ser un poco más rigurosos a la hora de reproducirlas. Claro que si el que las dice es el presidente de los periodistas de Madrid ¿Cómo se van a estar de publicarlas?

El mundo del deporte es como un mar de testosterona. Basta con escuchar una transmisión para darse cuenta de cuan abundantes son las referencias testiculares, cómo se alaban las virtudes guerras y cómo se cuelan, demasiado a menudo, comentarios machistas. No es pues de extrañar que este tipo de razonamiento cunda ambientes como este.

Para el imaginario colectivo del mundo del deporte, las mujeres son auténticas vampiras energéticas. Los pobres deportistas, jóvenes y sanos, concentrados únicamente en esforzarse y cumplir con el ideal olímpico, caen víctimas del hechizo femenino y pierden la fuerza, o la concentración.

Cual Dalilas armadas de tijeras metafísicas se encargan de robar su fuerza y es tal su sevicia que no se detienen ante patria o familia. Hacen como la ladina Lois Lane, en la tercera parte de Superman, cuando convierte al superhéroe en una triste imagen de si mismo, tras una noche de pasión. Se diría, aunque no queda claro en el guión, que tenía el coño de criptonita.

Quizá nuestra Sara posea unos atributos de características similares y haya trastocado la mente y la bragueta del héroe nacional, convirtiéndolo en un chiquilicuatre cualquiera, temeroso ante la acometida de un delantero con la testoesterona en su sitio.

¡Que malas son las mujeres! ¡Vive Dios! Diría algún inquisidor misógino de los muchos que han poblado, por desgracia, la tierra ibérica. Ahora no tenemos Inquisición, no quemamos herejes en las plazas públicas, ni sometemos a tortura a la brujas, pero la mala leche contra las mujeres continúa en la mentalidad de algunos periodistas capaces de reducir a cenizas la reputación profesional de quien no encaja en sus esquemas. Torquemada pasó a la Historia, quizá Urbaneja quiera tomar el relevo. Nunca se sabe.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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